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jueves, 19 de julio de 2007

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EMPRESA Y DIGNIDAD (2a. parte)

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Uso, desuso y abuso de la persona humana

Por Arrigo Coen Anitúa
(Versión: Antoine Castel Veiga)

"El Evangelio del trabajo -se lamenta Erich Fromm- pierde peso, y el evangelio de la venta adquiere supremacía. Recientemente la envoltura, la etiqueta y la marca se han vuelto importantes, tanto en las personas como en las mercancías".
Efectivamente, vivimos los tiempos en que las oportunidades del individuo aislado para hacer fortuna por el propio esfuerzo son pocas, y el que quiere progresar debe adaptarse: una de sus principales cualidades debe ser su habilidad para desempeñar el papel que se le señale, según el sitio que ocupe en la organización.
Cuanto mayor sea la empresa en que haya logrado colocarse, tanto más estará despersonalizado, y entonces a vacuidad, ese vacío del yo, la falta de sentido de la vida, de fines propios, la automatización, la pérdida de la proyección individual, dan por resultado una insatisfacción. Y nada hay más personal y profesionalmente indigno que resignarse a no estar satisfecho de sí mismo.
El hombre, animal productivo
Empleando su razón y su imaginación y de modo primordial, ya lo planteaba Sófocles, su mano, el hombre es capaz de transformar la materia. Es, pues, además de un animal racional y social, un animal productivo. Más aún, el homo economicus debe producir, si quiere subsistir.
Uso aquí el concepto de productividad en su significación más alta, como disposición constante a comunicarse con cuanto constituye el medio en que se desarrolla cada sujeto, a fin de responder y obtener respuestas sensoriales, emocionales e intelectuales, en relación con las personas y consigo mismo. En este sentido supera al concepto de creatividad, y deja muy atrás la idea de mera actividad.
La productividad se guía por la razón, por la libertad; en tanto que la simple actividad puede basarse en la fuerza de la sumisión, en la necesidad instintiva. La empresa puede ser temida, admirada y hasta amada, pero la causa de la actividad es el mandato de la autoridad; no la propia experiencia mental y emocional del sujeto.
Puesto en palabras más llanas, la empresa actual no requiere más que:
  • La actividad automática y sumisa de la mayor parte de su personal, normada por...
  • una opinión pública
  • reglas sociales que tratan de convenir lo presupuesto como...
  • sentido común
  • sobre la base suficiente de información técnica.
El trabajo digno, factor secreto de la felicidad
Estas fuentes de actividad -que ahora todavía se confunden con la verdadera productividad- son, en último análisis, irracionales; aunque, eso sí, suelen conducir, mediante la obtención de importantes resultados prácticos, al buen éxito material.
Pero la productividad ideal no necesariamente produce resultados prácticos -aunque también suele producirlos-. Su fruto es una actitud; y aquí me atrevería a anticipar que esta es la verdadera bondad.
Una actitud que se nota en la acción y reacción del sujeto hacia las circunsancias, aun hacia sí mismo, en el transcurso de los acontecimientos. Vaya, es la postura, el carácter, independiente de su éxito; y el conservar incólume esta postura, esta actitud, es el secreto de la felicidad.
(Continuará)